miércoles, 25 de mayo de 2016

La Sirena

Es otro de los “encantos”, personaje mágico de la amazonía. Dicen que vive solitaria, pero siempre en busca de compañero, en las profundidades de los ríos y cochas, que sube a la superficie por medio de las muyunas o remolinos. Entonces, en una playa solitaria o en un barranco cercano de agua, canta con dulce acento lastimero y si algún joven la escucha, será atraído hacia ese lugar y terminará rindiéndose ante ella. Seducido por los encantos y la ternura de la sirena, el hombre lo abandonará todo y se marchará con ella para siempre.

Los familiares del desaparecido dirán entonces: se habrá ahogado, pero el cuerpo jamás será encontrado y si se consulta con un buen chaman ayahuasquero; seguro les dirá que la sirena lo ha encantado y lo llevó a vivir con ella, a su reino de las profundidades.

La espada de Pizarro


Vamos a hablar de la célebre espada del conquistador del Perú, Francisco Pizarro; ya que se hizo famosa en plena invasión napoleónica.

Estamos pues en 1809, en plena irrupción de las tropas invasoras. La espada por entonces se guardaba en el palacio de los Marqueses de la Conquista, como un trofeo histórico, donde era admirada por propios y extraños. Todos sabemos que nuestra causa fue apoyada por los ingleses. Un ejemplo claro fue el escocés Downie, quien formó una guerrilla de extremeños; en vista de su abnegado proceder la entonces marquesa de la Conquista le regaló la célebre espada.

En los olivares de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) se batió la guerrilla de Downie contra los franceses y, en lo más reñido de la acción, tratando el escocés de saltar por un hueco a la entrada del puente de Triana, fue abatido del caballo y herido en la mejilla y en un ojo. Downie que se vio perdido, aún tuvo ánimos para arrojar la espada a los extremeños para evitar así que los enemigos se apoderaran de ella.

Los guerrilleros recogieron el arma y enardecidos por ese acto se arrojaron como las fieras contra los franceses, a quienes vencieron.

Posteriormente, la histórica espada fue llevada a la Armería Real de Madrid, donde en la actualidad se encuentra.

Antes de finalizar el trabajo, tengo que decir que la moderna crítica histórica ha tenido que trabajar fatigosamente para destruir leyendas y presentar los hechos y los personajes históricos libres de las fábulas maravillosas con que la imaginación popular las había revestido. Por tanto, esa es la labor de ustedes, estudiosos e investigadores; la de analizar, indagar y registrar estos hechos para que también puedan engrosar, más si cabe, los anales de nuestra historia. Y si no es así, entonces que perduren y vaguen todas éstas, como hasta ahora, por las brumas de la historia y de la voz popular, con el nombre, eso si, de leyendas.
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la cabeza de cairani

Era yo, Un Mozalbete de unos 5 a 6 años aproximadamente, en esos tiempos vivía en la casa de mis abuelos en un Pueblo llamado Cairani o “Posito de Plata” llamado a si por el gran movimiento de joyas en base a plata que en tiempos del auge de arriaje por dicho lugar se mostraba, Cairani, perteneciente al Distrito del mismo nombre, provincia de Candarave, Departamento de Tacna, Ciudad al Sur del PERÚ.

Cabeza voladora en Cairani
Cabeza voladora en Cairani

Era de madrugada, noche muy clara de luna llena, se me dio por ir a orinar, y para ello tenía que pasar el patio, luego una regular huerta, y llegar al área de los corrales, por la pereza y el temor sólo pude llegar al pequeño zaguán de acceso a la huerta; frente se encontraba un árbol, no a mucha distancia algo de dos metros de la puerta al arbusto, donde pasaba una pequeña acequia, lugar en el cual me puse a orinar en compañía de un perro de la casa.

Estaba muy confiado en vista de la claridad del momento, sin embargo el perro se mostraba algo inquieto, ladraba desenfrenadamente, creído que se trataba de un gato trepado en el arbusto; busqué una piedra en el suelo, y empecé a tirar a fin de que salga. Grande fue mi sorpresa al ver de pronto un bulto de forma circular muy parecido a una cebolla, logre ver con claridad un rostro humano muy lastimado por efecto de las ramas supongo, de larga cabellera la misma que se enredó en las ramas, por el susto quedé estático por un momento, sólo al perro ladraba desenfrenadamente y jalaba de la basta de mi pantalón, al reaccionar sólo atine a correr a los dormitorios, trancando la puerta con cuanta barreta encontré, avisé a mi tío que sólo atino a decirme que seguro era un Kac Kac o cabeza voladora, me eché en la cama y me tapé el cuerpo entero con las frazadas. A la mañana siguiente solo se encontró al perro muerto.